sábado, 4 de octubre de 2014

Reserva ecológica Kühkopf-Knoblochsaue

Una de las cosas que más gratamente me sorprende de la vida en Alemania, es como la gente disfruta de sus espacios públicos, sobretodo de la naturaleza. Andar en bici por la ciudad está bien, pero los paseos por el bosque son lo mejor.

En esta ocasión, aprovechando el viernes libre por la celebración de la Reunificación alemana, nos fuimos en bici a conocer la reserva ecológica más grande del estado de Hessen: Kühkopf-Knoblochsaue. Está a unos 20 km de Darmstadt. Pasamos por Grieshem, Wolfskehlen y Erfelden. Erfelden es un pueblito con varias casas que se ven muy antiguas y es por ahí donde está la entrada a la reserva. Kühkopf-Knoblochsaue es una isla hecha por una pequeña rama del Rin, que hace una curva muy curiosa, sale del Rin y regresa a él después de marcar un diámetro de alrededor de 6.5 km.



Entrando a la reserva hay varios caminos. Hay zonas con árboles muy altos que dejan pasar poca luz y se vuelve muy fresco, de repente aparecen zonas con campos abiertos y muy soleados. A ambos lados del camino que tomamos para llegar al Rin hay muchos árboles de manzanas y de repente algunas bancas de madera que se antojan para sentarse un rato a disfrutar del lugar.




¡Wow! finalmente llegamos al Rin, me dio mucha emoción verlo. El río amplio, el sol cayendo y el cielo azul con nubes hermosas decorándolo, muy satisfactorio llegar. Nos sentamos un rato a disfrutar del río, escuchando el sonido relajante del agua correr. Tomamos algunas fotos y empezamos el regreso porque ya era tarde y teníamos que volver antes de que se hiciera de noche. 



Ya de regreso, en el camino de las manzanas, vimos a varias personas que estaban cortándolas así que nos animamos a hacer lo mismo. Una pareja de alemanes se detuvo junto a nosotros a conversar un poco y a mostrarnos su técnica para alcanzarlas. Ella se subía en los hombros de él y así lograban hacer su cosecha. Personas muy amables y gentiles; que delicia tener la tranquilidad de detenerte a cruzar un saludo y unas palabras con cualquier extraño.



El regreso fue fuerte para mí, nunca había rodado esa distancia, llegué con el último aliento, pero lo disfruté tanto que ya estoy pensando en cuándo podemos repetirlo. Vimos muchos paisajes hermosos, de ida y de regreso. Cielos donde los rayos del sol se marcaban en las nubes, sembradíos de lechugas de colores, milpas que siempre me recuerdan a México, campos arados listos para usarse, casitas pintorescas, vimos al sol grande y anaranjado bajar justo cuando nos quedaba a un lado de la torre de una iglesia a lo lejos, hermoso. Un paseo muy recomendable para un día de otoño.